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lunes, 19 de noviembre de 2007

El hombre como problema




El hombre como problema




El hombre por esencia es limitado y debido a ello, surge una tensión por la propia conciencia de sus limitaciones, ya que él tiende a lo infinito. Se distingue a su vez del resto de los seres, quiénes son unidimensionales (mantienen un fin puesto por la naturaleza), porque el hombre es un ser en devenir en busca de una meta trascendente que posee inteligencia y libertad para realizarse. Este devenir del hombre lo hace un ser temporal. Los distintos factores fuera del hombre lo condicionan para realizar su proyecto de vida y frente a los cuales se siente acosado ya que no son propios de su esencia, pero modifican y cambian su existencia. Entre ellos encontramos el destino, el dolor y la muerte. Frente esto el hombre es conciente de su finitud pero ante la inevitable búsqueda de lo trascendente.




El hombre como ser temporal




El hombre es un ser temporal, porque vive un cierto tiempo, porque su existencia finaliza tras un período, porque es finito. Analizando el tiempo, este aparece constituido por tres instantes a los que corresponden tres movimientos. Los tres instantes son: presente, pasado y futuro; mientras que los movimientos son, el del presente que sin interrupción se transforma en pasado, el del pasado que sin interrupción se hace cada vez más pasado, y el del futuro que sin interrupción se hace presente e inmediatamente pasado. Como momentos problemáticos del pasado pueden señalarse los de pérdida, alejamiento, desvanecimiento, objetivación inmutabilidad e inanidad. Lo que vemos al volvernos hacia el pasado está perdido para nosotros, no vuelve nunca, todo recuerdo cae en la nada. Al mismo tiempo nos perdemos a nosotros mismos porque todo eso éramos nosotros. He aquí el problema que presenta la pérdida. En cuanto al problema del alejamiento resumimos que todos los recuerdos cada vez se alejan más del presente produciendo a su vez el desvanecimiento de los mismos, y puede decirse su segunda muerte (en la primera cae al pasado). Su inmutabilidad, que hace permanente lo que hicimos o dejamos de hacer, lo hace objetivable y por lo tanto juzgable, calificado por los demás como “bueno” o “malo” según las distintas opiniones. De esto surge el problema de la culpa, la cual puede adoptar una forma en una insana (en la cual vive con esa culpa, se estanca en el pasado y por ende no madura) y una sana en la que hay arrepentimiento sobre lo hecho y se produce un cambio en la persona.


El momento problemático del presente es su misma constante aniquilación. Es decir, que en cada momento el futuro llega y reemplaza a este presente inmediato enviándolo al pasado y a la nada.


En cuanto al futuro sus momentos problemáticos son la imposición, la incertidumbre, la amenaza y la consunción. Imposición porque se precipita sobre nuestro presente para destruirlo y es algo inevitable, no se puede escapar a ello. Es incierto porque se desconoce la naturaleza del suceso, es decir, ignoramos lo que puede suceder. También se presenta el futuro como una amenaza, porque si bien no sabemos lo que va a suceder tenemos la certeza de que en algún momento llegará el sufrimiento. Por último somos concientes de que a medida que pasa el tiempo el futuro va cambiando su sentido, y las posibilidades de elección son cada vez más limitadas, no es lo mismo para un niño tener “toda la vida por delante”, como se dice, que para un adulto, al que buena parte de su existencia ha pasado ya.




El hombre, ser libre




El hombre es un ser temporal, pero no solo eso, sino que esa temporalidad goza de libertad. Los momentos problemáticos que trae consigo esta libertad son: la autodestrucción, la renuncia, la unificación, la insatisfacción, la indesertabilidad, la éticidad y la contradicción.
Nosotros, al elegir nuestro futuro, estamos destruyendo el presente, provocando la autodestrucción del ser actual. El libre albedrío inevitablemente me cierra caminos, ya que al elegir renuncio a múltiples futuros que nunca serán, que nunca viviré.
Es gracias a estas continuas elecciones, de todos modos, que el hombre se irá formando, se irá realizando, en búsqueda de su proyecto de vida, en búsqueda de su trascendencia.
Pero lo mas tormentoso del acto de elegir y renunciar es que ningunos de los bienes intramundanos que elija me va a compensar totalmente de todos aquellos, a los que para elegir, eh tenido que renunciar. Aquí se encuentra la insatisfacción del hombre, ya que en lo desechado hay elementos de bondad que no se encuentran en lo preferido.
Tales momentos problemáticos fundan la angustia de la libertad. Esto ha provocado que a veces el hombre haya querido desertar de la tarea de elegir. No tener que elegir, entregarse a la apatía, a la pasividad, delegar el libre albedrío en manos ajenas, de un jefe, de un partido es evadir la responsabilidad para evitar sentirse culpable de esa angustia, de esa responsabilidad que conlleva el existir. Pero esta deserción es totalmente imposible ya que delegar esa responsabilidad o estipular cuanto tiempo estaré sometido a ello es de última instancia una decisión propia. Por tal motivo la libertad es indesertable.
Al acto de elegir se le añade una carga inherente, inseparable, y ello es la carga positiva o negativa que conllevan nuestras decisiones, lo que esta “bien”, o “mal”. Los problemas que se desprenden de ello son dos: El primero es que el hombre tiende a fijar un proyecto hacia el “bien”, hacia lo que “se debe hacer”, pero tiene en su interior, en su ser, un conjunto de tendencias que lo llevan a elegir lo que “esta mal”, y todo esto pone al hombre frente a una lucha interna entre sus pasiones y su proyecto, con el que trata de trascender. El otro problema es que los valores elegidos que definen lo “bueno” o lo malo”, no son absolutos, por lo que lo “bueno” puede hacerse “malo” según una serie de circunstancias y viceversa. De todo esto versa el problema de lo ético. El problema de la libertad no puede hallar respuesta en la esfera del ser intramundano. Dentro de ella, en efecto, no son posibles ni un descanso en la elección autodestructora, ni un escoger sin renunciar, ni un decidir que no sea insatisfactorio. Solamente la fijación de nuestra voluntad en el bien absoluto podría responder a tales exigencias, es decir, poner nuestro proyecto en lo supramundano.




El Hombre, ser acosado




El hombre está inmerso en el acoso continuo por el destino (lo ajeno al hombre, que lo modifica y condiciona), el dolor y la muerte, debido a que no son parte del hombre en sí, sino que representan la limitación del hombre en el mundo real, en el cual vive. El destino es uno de los factores que acosan al hombre. El está influido por factores externos que no dependen del sujeto, pero que influyen en su existencia, modificando de forma rotunda su proyecto y de los cuales no puede escapar.


Otro de los factores externos que acosan al hombre es el sufrimiento, que no se puede asimilar y que además es propio de cada uno, es intransferible. Este sufrimiento es inasimilable ya que continuamente exige que se le preste atención y no logremos la distracción con otras cosas. Al no poder lograr la asimilación el sufrimiento se transforma en un trastorno del cual el hombre quiere escapar, pero no puede hacerlo, y pasa a ser agonía, soledad y vejez.


Por último el hombre se encuentra acosado por la muerte y es la que lo lleva a la aniquilación del hombre, es el límite de este, y aunque intente aceptar la muerte siempre es inútil ya que la muerte es la total oposición a la vida y se transforma en el mayor sufrir del hombre.




El hombre, ser ansioso




El hombre se proyecta fuera de sí mismo, mira un horizonte y se realiza. Es un ser que no coincide con sus propios limites por lo que está en constante actitud de búsqueda hacia su plenitud. Es pues un ser ansioso, en permanente búsqueda a su realización como ser humano. Él a diferencia de los animales, reviste las necesidades biológicas propias de todo ser, con su placer. Así la necesidad que poseía limites precisos es sustituido por el deseo de placer que desconoce de límites, llevando al hombre a una actitud de morbosidad en el que el placer por el placer mismo carece de valor alguno. En la sociedad actual las relaciones sexuales han sido desvalorizadas, ya sin importar el amor para realizar el acto sino el placer momentáneo que surge entre las personas. Es decir que se tiene relaciones carnales y no se está haciendo el amor. El placer por el placer mismo, materialista sin valor para el ser.


En un estrato más profundo, y ya exclusivamente humano, se encuentra en todo hombre el ansia de los bienes del espíritu, el ansia de verdad, de bondad, de belleza y de compañía. Ansia de verdad: Deseo puro de saber. Búsqueda de incorporar a nuestro ser el ser total, la sabiduría de saber el principio y causa última de todas las cosas. Esta sabiduría jamás será satisfecha en lo intramundano.


El hombre demuestra su sed por el conocimiento en las interminables investigaciones por todo lo que lo rodea. Los científicos demuestran el ansia del conocimiento, ya extendiendo sus campos hacia el universo.




Ansia de bondad: Es la más humana y tiene por objeto la transformación del ser humano mismo. Lo bueno es lo que nos hace plenos, y ello surge como un ideal de hombre. De este ideal se desprende el ser deseado y el ser debido, ahora bien el hombre en su finitud, jamás llegará a ser el que desea y debiera ser. Nunca será perfecto. La ética del hombre está en constante evolución, pero ello no implica cambios para mejor. Un ejemplo de cómo la bondad se escapa de ser es la represión a manifestantes que protestan por su situación económica, que denunciando la exclusión social ponen en evidencia la imperfección de la justicia en el mundo y la acción represiva contra ellos sin embargo se quiere presentar como un acto de necesario “orden en la sociedad”.


Ansia de belleza: Se presenta como un ideal de mundo para el hombre en busca de la plena unidad entre conocimiento y bondad y llegar a lo absoluto. Pero este ideal es irrealizable en el mundo de lo sensible, incapaz de revelar el ser absoluto. Bien definido por Sartre entonces: la belleza es aprehendida como una ausencia, se idealiza frente a un mundo estéticamente imperfecto. La belleza saca a la persona de sí misma para admirar lo que está observando, como por ejemplo una escultura solo que esta no revela lo absoluto, solo lo transporta hacia ello. Así como una escultura, la poesía es otro ejemplo que busca reflejar la plenitud, dar una dimensión armoniosa a algo metafísico como el amor pero que en sí no lo es y el hombre ante esa admiración da nota de su ausencia de algo.
Ante estas tres ansias por la verdad, la bondad y la belleza que nuestro devenir reclama y la incapacidad de satisfacer tales ansias que tiene lo intramundano surge uno de los estados de ánimo fundamentales en el hombre: el hastío. El hastío entendido como cansancio, como vacío siendo pues imposible alcanzar la infinitud buscada por el hombre finito en un mundo además monótono. El ansia de compañía: Frente a la irremediable finitud del hombre, existe el ansia de romper con nuestra soledad, encontrando a otro ser que nos tenga en cuenta y de reposo a nuestra inconsistencia. El amor en una pareja hace que en ellos exista un vínculo que cobra sentido a sus vidas.


De esta ansia de fundamentos se manifiestan la vanidad, deseando que nuestras cualidades cuenten para los demás buscando una admiración ajena que justifique nuestro existir. Por ejemplo una persona que constantemente habla de sí misma, de sus posesiones o bienes materiales en busca de que el resto de la gente la admire, la tome como una persona exitosa.


Seguida de esta, se expresa también el ansia de poder anhelando ser respaldado por la obediencia ajena, aliviándonos de nuestra impotencia interior. Casos así pueden verse en parejas en las cuales el hombre procura que su mujer este solamente a su disposición, prohibiéndole la realización de cualquier proyecto personal sea de estudios o de cualquiera que implique una superación, un aumento de autoestima para hacerla sentir inferior y dependiente de él. De esto se llega al ansia de ser temido, por lo que una impotencia interior un resentimiento hacia las personas se vuelca ante el poder de suministrar terror hacia ellas. Las pandillas evidencian como la humillación y exclusión social, alimentaron la búsqueda de ser temidos y odiados a la vez, siendo ello herramientas que los hacen sentir mejores, ocultando su impotencia. La manifestación mas clara del ansia de fundamento es el amor posesivo, el querer ser poseído por la otra persona haciendo entrega absoluta e incondicional de nuestro ser para descansar el intolerable peso de nuestra existencia, y el ansia de poseer absoluta e incondicionalmente a la otra persona para sentirnos fuertes y seguros como para sustentar una existencia ajena.
De esto se debe entender la imposibilidad de fundamentar nuestra existencia en otro ser humano, ya que su ser es tan finito como el nuestro y la entrega hacia la otra persona nunca es completa.




Las respuestas frente a los problemas de la existencia




A todos estos problemas planteados, que surgen de la esencia finita del hombre, se han tratado de dar respuestas, ya sea buscando sistemáticamente una solución o hallándola en la práctica sin una búsqueda metódica, racional, o espiritual sinceras.
En vista de su finitud, el hombre debe pasar por cuatro momentos en su existencia: la finitud, la autoconciencia de finitud, la disconformidad con la misma y la apertura a lo infinito, lo trascendente. De todas maneras, debemos agregar aquí, que se puede aceptar o rechazar al propio ser, en una actitud que no puede destruir su esencia, pero si ocultarla para su vida psíquica, logrando que esta realidad permanezca en la inconciencia.
Por esta elección, se desprenden dos actitudes humanas básicas: la existencia auténtica, sinceridad consigo mismo y su ser fundamental, y la existencia inauténtica, por la que niega a su ser fundamental, esencial. Esta última puede adoptar tres formas: la huida, el mito, y la desesperanza, mientras que la existencia auténtica adopta solo la fe.




Formas de existencia inauténticas




La Huida



La huida consiste básicamente en ignorar los problemas existenciales del hombre, volcar la atención en otras cuestiones, evadir estos problemas. Esto ofrece al hombre un descanso a través del enajenamiento de si mismo, el desposeerse de su humanidad.
Sartre nos dice que esta forma de huir de la angustia del existir es inútil, ya que si huyo, estoy siendo conciente de que lo hago, y esto no es otra cosa que tomar conciencia de la angustia que trato de evadir.
Situado este planteo en el plano de la religiosidad, el aceptar la existencia y la finitud del hombre constituye la virtud cristiana de la humildad.
La sociedad actual ha encontrado y multiplicado formas de evadirse de los problemas de la existencia humana. Algunos ejemplos de ello son las cirugías estéticas que tratan de evitar el correr del tiempo, e intentan mantener a la vejez y a la muerte lejos de la conciencia. Encontramos también medios como el alcohol y las drogas que nublan la conciencia de los hombres, y los múltiples carteles, publicidades, ruidos, que distraen al hombre permanentemente, y no dan espacios tranquilos donde sea posible la reflexión.
La huida puede adoptar tres formas distintas: la inhibición, la distracción y la despersonalización:
La inhibición consiste, justamente, en impedir, entorpecer el encuentro del hombre con la realidad de su existencia. Podemos citar como ejemplo aquí a la persona que ni bien llega a su casa enciende el televisor, aunque no tenga ganas de ver nada en particular, y comienza pasar por todos los canales que hoy se le ofrecen, sin encontrar nada que le guste y que de todas maneras se quede frente al televisor, herramienta en este caso que sirve para no tener que quedarse consigo mismo, para evadirse de la realidad de su existencia.
La diversión, es una forma de evasión que complementa a la inhibición, ya que esta no puede por si misma impedir de forma absoluta que el hombre se encuentre con su angustia existencial. Por ello nos vemos rodeados de juegos de video, parques de diversiones, shopings, lugares para bailar, con música a todo volumen y facilidad para conseguir drogas o alcohol. Nos encontramos con una sociedad que busca dinero para conseguir mayor confort, adquirir más elementos que le permitan distraerse, “verterse fuera” de si mismos, distraerse de la realidad.
Por último encontramos la despersonalización, la forma más grave de evasión, porque a diferencia de las otras dos, que modifican el entorno para evadirse, esta consiste en traspasar la responsabilidad de la existencia a otro, falseando al propio sujeto. Gracias a esta actitud se trata de disminuir, de desligarse de la responsabilidad de la propia existencia, porque se trata de poner en otra persona las decisiones que le competen al propio ser. Ejemplo claro de esta actitud la encontramos en la forma en la que se ejerce la democracia en nuestro país, ya que se delega la responsabilidad de la toma de decisiones en una persona, sin la participación consciente de la población, que votan sin interés (no todos, pero los hay en cantidad), y no hacen nada después para intervenir en las decisiones del país. Muchas veces estas personas se quejan por las acciones cometidas, sin tener intenciones verdaderas de lograr un cambio. La despersonalización adopta también distintas formas, entre ellas el infantilismo, el comportarse como niños, delegando la seguridad de si mismos a otros, y tratando de volver a esa etapa de la vida en que las decisiones tomadas no tenían mayor importancia, y las consecuencias de lo hecho eran mínimas, porque todo era un juego donde nada serio tiene lugar. Claro ejemplo encontramos en la sociedad de hoy, donde la adolescencia se ha alargado hasta los 30 años, si no más, y encontramos a gente con varios años que vive con los padres que lo mantienen, alimentan y se ocupan de él, responsabilizándose del existir de la persona. Encontramos de la misma manera la masificación como otra actitud de despersonalización. Refugiados en las masas colectivas, en lo que “todos piensan, hacen y dicen” la persona individual se confunde con los otros, en una realidad donde no se decide nada, porque las pautas están hechas. Asimismo, los problemas existenciales se hacen de todos, no solo propios, y puede tratarse de ellos como algo que le pasa a “la gente”, de forma objetiva y ajena a la persona.




El mito




El mito es una solución intramundana, concebida por el hombre para responder a ciertos problemas específicos, pero que han sido idealizados, llevados a lo absoluto, y que han adquirido entonces una apariencia trascendente, pero que de todas maneras sigue teniendo su carácter finito. En otras palabras, el mito es la creencia de que se pueden resolver los problemas existenciales con soluciones que propongan los hombres. Encontramos las mitologías individuales y colectivas. Las individuales son aquellas que justifican y responden a los problemas de la existencia idealizando características personales o ciertos valores, como el honor, la gloria, el poder, placer, poniendo en ellas su felicidad plena.




Desesperanza




Tras renunciar al mito y luego de comprender que el problema del hombre no tiene respuesta adecuada dentro de lo intramundano hay muchos hombres que no han de proseguir la marcha aceptando la finitud o bien manteniéndose en la pura desesperanza.
Plasmaremos en las siguientes prosas las características de su actitud.
La desesperación comporta de acuerdo con lo dicho tres momentos: reconocer que el hombre es un ser proyectado esencialmente hacia una plenitud que no posee; admitir que dicha plenitud no puede ser lograda dentro de los límites de la existencia en el mundo; negar toda existencia supramundana. El hombre desesperado se concibe, pues como proyectado en el vacío. Como un ser para la muerte, como una pasión inútil. “el ser para la nada”. Dentro de la desesperación hay graduaciones de autenticidad; la vanidad, el orgullo de la finitud y la pura desesperanza. El enamorado que escribe un soneto no está amando como actitud primaria cuando lleva cuenta de la rima, el metro y los acentos. Esto es una fuga de la vida verdadera, la sinceridad fundamental está a salvo. La falsificación surge cuando la filosofía o la literatura reemplazan a la vida y esto cae indeclinablemente en una vanidad.
El orgullo humano actual es la actitud de quienes saben muy bien que toda cualidad humana es insignificante, que el hombre es un ser radicalmente insatisfecho, que ansia y no puede encontrar respuesta en lo mundano. Y sin embargo encuentra un extraño gozo en la propia finitud.
La desesperanza no encuentra satisfacción alguna en serlo. Se puede mencionar como ejemplo de la falsa vanidad a través de la comercialización musical de determinados grupos sin mensaje ni trascendencia más que solo realizar un comercio. Lo demás ronda lo depresivo y el aferrarse a esa desesperanza para contraponer los vaivenes del destino a través de una renuncia a las verdades últimas y universales.




La Fé




Es la confianza. Buen concepto de una persona o cosa. Seguridad, aseveración de que una cosa es cierta. Documento que certifica algo. Fidelidad, lealtad.


Se emplea la palabra fe en los siguientes textos con un amplio sentido que abarca todo lo religioso pero lo mencionaremos como contenido objetivo dentro de estás líneas.
Toda actitud religiosa significa admitir que existe otro ser, además del ser de los entes mundanos. Hay tres formas de religiosidad, el panteísmo, la religión personal no histórica y la religión histórica.
Panteísmo: el ser que trasciende al de los entes individuales es, al mismo tiempo el ser común a todos ellos. Pero no como un género abstracto sino como una realidad absoluta y única a la que todo pertenece.
La gran dificultad metafísica del panteísmo ha sido siempre la de explicar cómo y por que de lo uno ha podido surgir lo múltiple y ello sin que desaparezca la unidad.
La religión personal: lo divino no es algo, sino alguien. Dentro de esta se encuentran la posición histórica que creen que Dios es el señor de la historia. Que la religión no es un solitario grito de angustia que las generaciones humanas lanzan desde la tierra, como Job desde la ceniza, hacia un cielo mudo e inmóvil. Sino que hay un dialogo entre Dios y el hombre.
La posición no histórica cree que Dios permanece exterior al mundo.
Un ejemplo del dialogo entre Dios y los hombres son los milagros.



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Bonjour buon giorno guten morgen. despabílate amor y toma nota...sólo en el tercer mundo mueren cuarenta mil niños por día...en el plácido cielo despejado flotan los bombarderos y los buitres...cuatro millones tienen sida la codicia depila la amazonia...buenos días good morning...despabílate...en los ordenadores de la abuela O.N.U no caben más cadáveres de Ruanda...los fundamentalistas degüellan a extranjeros...predica el papa contra los condones...havelange estrangula a maradona...bonjour monsieur le maire...forza italia buon giorno...guten morgen ernst junger...opus dei buenos días...good morning hiroshima...despabílate amor...que el horror amanece

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EL ANGEL DE LA BICICLETA

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"El ángel de la bicicleta" es la historia de Claudio Lepratti, alias "Pocho".Pocho era un muchacho de 35 años que vivía en el barrio Ludueña, sirviendo a la gente como integrante de la comunidad salesiana. Pocho trabajaba en una escuelita de bajos recursos de Rosario, colaborando con un comedor infantil. Su característica era que se movilizaba en su bicicleta y que siempre estaba dispuesto a ayudar a su prójimo.Claudio ―Pocho para todos sus amigos― era 'un pacífico, comprometido con el barrio; el sueldo que sacaba en la escuela lo ponía a disponibilidad de la gente de la villa que lo necesitaba', cuenta, con marcada tristeza, el padre Néstor Gastaldi."El ángel de la bicicleta, le decíamos, porque andaba en su bicicleta, estaba enterándose y buscando la ayuda para cada familia", recuerda el padre Gastaldi. En diciembre del 2001, en medio de la situación sociopolítica que vivía la Argentina, fue asesinado de un balazo en la garganta, mientras le pedía a la policía que no disparase contra el comedor donde él colaboraba, ya que adentro había chicos comiendo. Después de aquel asesinato, por las calles de Rosario se ven las pintadas con una bicicleta alada, recordando a "Pocho".

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