LA CUESTIÓN REGIONAL EN EL PROCESO DE GESTIÓN DEL ESTADO NACIONAL ARGENTINO.
A la hora de desarrollar el proceso de gestión del Estado Nacional, el autor encuentra necesario no perder de vista algunos puntos importantes para la producción del trabajo. De esta manera poder llegar a entender, porqué no se pudo organizar una Nación luego de la independencia, o comprender que sucedía con los sectores locales que no podían extenderse mas allá de su región; sin poder abandonar su particularismo regional o local. Si a esto le sumamos los aspectos económicos y sociales veremos un alto grado de romanticismo en el intento de lograr una hegemonía Nacional. Encontramos a Buenos Aires como parte del problema al mismo tiempo que se convierte en punta de lanza en esta composición nacional, todavía inexistente hacia 1810. En este momento solo existen contactos de organizaciones “subnacionales” protagonizadas por las ciudades y luego por las llamadas provincias.
En esta disputa regional como cuestión nacional de América latina, que hereda su pasado histórico hispano-cristiano como efecto de unión, no alcanzó a conformar un espíritu nacional. Esto, hay que tenerlo en cuenta sobre todo en la primer parte del siglo XIX, donde encontramos la evolución de una clase social que no podía imponerse dentro de las estructuras del orden colonial.
El autor interpreta esta primera parte en la historia independentista como tropiezos, de avances y retrocesos; ya que no se podía trascender del particularismo regional. A partir de acá, podemos decir que esta cuestión regional es planteada como un obstáculo en el camino de organización nacional. Las provincias, que en su organización encuentran su origen en lo colonial, van a formar parte del espacio territorial conflictivo (económico, social y político).
Lo planteado precedentemente va a ayudar a entender como luego de la independencia, aparece la necesidad de establecer un nuevo orden. De esta manera se
producía la fragmentación política en post de proteger intereses particulares.
Sin existir más un sentido de pertenencia emanado de la península, comienza a aumentar el espíritu localista y hostil a todo lo ajeno. Asimismo hay que reconocer que fuertes y perdurables flujos comerciales las unían con mayor intensidad de lo que se creía tradicionalmente.
En cuanto a lo regional, debemos recordar que su naturaleza original se encuentra en la provincia y es la estructura mas resistente al proceso de disolución. En esta época hay que entender a la provincia como una ciudad con un pasado colonial, con un centro comercial-político que ejerce su influencia en un área que domina. Pasado los años esto dará origen a la aparición de la figura del caudillo.
En cuanto a lo económico y comercial se va a ir transformando la configuración heredada. La misma tiene sus días contados en este nuevo contexto internacional que va produciendo una apertura de mercados. Vale aclarar que a diferencia de Europa, en América todavía no existe una clase plenamente capitalista. Sí, se puede decir que el sistema mercantilista se va a ir acelerando produciendo transformaciones que en su maduración, teniendo en cuenta los flujos comerciales, producirán un movimiento centrifugo en lo comercial. Pese a la agitada vida de las provincias, esa afirmación de autonomía, posteriormente servirá de base para la unión nacional.
Ahora el sector mercantil no esta limitado a los españoles, después de la revolución éste se modifica. Son los criollos e ingleses los que participan en esta expansión económica; el grupo mercantil ha cambiado, al igual que parte de la actividad. Aparece la importancia del mercado inglés, produciendo lo que se necesita. Para estos días, el comerciante no solo se dedica al comercio, sino también, a la producción rural. Se vive una puja entre el campo ( producción) y la ciudad (movimiento de mercancías)
Volviendo a la vida de las provincias, observamos que frente a la caída de ese orden colonial, emergen soberanías provinciales que ordenan su proceso regional en función del mundo exterior. Buenos Aires aparece en un lugar destacado a diferencia del interior, ya que la misma tiene el puerto. Esto marca la diferencia con las demás provincias que lo necesitan. Por otro lado, si bien las guerras de la independencia aislaron el interior, en este momento tienen un mercado mas amplio desde la liberación de Chile. También se puede observar el norte argentino en una situación similar aunque menos dinámico con la liberación del Alto Perú (Bolivia). Esto le permite al interior afrontar los cambios posrevolucionarios con menos perjuicios de los esperados.
Ahora, hablando de Buenos Aires como parte del problema y de la solución en esta construcción nacional. Podemos decir que frente al fracaso y continua búsqueda de relacionarse con el exterior, la misma ocupa un lugar particular. De tal manera que al hablar de cuestión nacional, el autor habla también de la cuestión de Buenos Aires. La misma era un mal necesario que era preciso controlar ya que no podía ser suprimido.
La aduana ponía en sus manos una enorme cantidad de recursos que no podía ser equiparada por las provincias. Esto le daba capacidad de imponer sus intereses por sobre las demás, proponiéndola con sus recursos como principal actor en la creación del posible estado nacional. Por otro lado la economía de Buenos Aires pregonaba el libre cambio a favor del comercio exterior al tiempo que se enfrentaba a la competencia del litoral con sus productos.
El tema de la aduana es mas complejo, ya que Buenos Aires no se resignaba a perder sus ingresos por buena convivencia provincial. La nacionalización de la aduana solo se podía lograr con la nacionalización de la economía.
Recordemos que a diferencia del periodo virreinal, en donde la producción era monopolizada por la metrópolis, ahora el librecambio, profundizaba los intereses particulares de las provincias. Por eso como opción a estos conflictos , se fueron desarrollando diferentes regiones provinciales vinculadas con las economías limítrofes. Cuando hablamos de regiones provinciales, estamos hablando de divisiones provinciales, no de una real integración regional. Todo esto se dá en un marco social arcaico que choca con la transformación económica. Para esta época emerge el régimen del caudillo, expresando una nueva situación social y política.
Con todos estos elementos vamos a entrar en un futuro inmediato a las luchas intestinas de unitarios y federales, que retrasaron la unión nacional.
José Carlos Chiaramonte
Datos del autor, José Carlos Chiaramonte:
Profesor Honorario de la Universidad de Buenos Aires. Doctor Honoris Causa por la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Director del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Investigador – cat. Superior – del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
Matices sociales, aquello que no vés.